Se le decía al comandante de la real fuerza aérea Británica que aterrizar en el cañón sería en extremo difícil por la orografía del lugar. Se pronosticaba que en muchos años por venir nadie intentaría siquiera introducir un aeroplano.
Hoy día es sencillo volar en helicóptero en el Gran Cañón, pero en ese entonces, volar entre las montañas, los riscos, árboles y cañones era imposible. En esos tiempos, cualquier cambio en el viento afectaba el vuelo de las frágiles avionetas, con las diversas corrientes internas, que suben, bajan repentinamente en un lugar como el cañón, volar dentro era un suicidio.
Helicóptero en el Gran Cañón: El desafío
Thomas no se resignó a lo que la gente decía, llevó su avioneta diseñada especialmente por él y se lanzó hacia abajo, sintiendo las corrientes de aire, fue sacudido con fuerza y regresó a la cima de la meseta, aterrizando a pocos metros del precipicio. Entonces descendió en burros por el sendero de Bright Angel, buscando alguna zona en la que pudiese realizar el aterrizaje. Después de varios días de búsqueda, encontró un tramo que podría servirle.
Una vez con la zona de aterrizaje establecida, salió de Williams para alcanzar una buena altitud. Su estrategia fue no utilizar el motor, planear hasta la zona de aterrizaje, lo que requeriría de bastante espacio por si cualquier cosa salía mal. Se había reunido una pequeña multitud para ver su hazaña, pasó frente a ellos dando un círculo para mostrar el balance perfecto de su aeronave.
El avión se sacudió con las fuertes corrientes y durante algunos instantes parecía que caería a las rocas que le esperaban en el fondo. Le estaba costando trabajo controlar su avioneta y aún le faltaban unos mil pies para descender, la nariz del avión se clavó hacia abajo y tomó gran velocidad.
Fue es en ese momento que enciende el motor y con la adicional fuerza logra enderezarse y para reducir la velocidad, comienza a dar pequeños círculos en descenso hasta llegar con gentileza a su área de aterrizaje. Era 8 de Agosto de 1922, el primer- y único avión que aterrizo en la planicie del cañón.
El despegue
Una vez en tierra, recibió un fuerte viento que arrastró al avión y le rompió una parte de la cola. Thomas la reparó con lo que tenía a la mano, un alambre y un resorte de automóvil. Encendió el motor y aceleró, dirigiéndose a toda velocidad a un precipicio, el avión fue sacudido con duros vientos que lo hicieron virar 60 grados.
Se posicionó frente al viento y con pequeños círculos comenzó a ascender, cada vuelta aumentaba su velocidad y hacía los círculos más grandes hasta que logró salir de allí. Hoy día se puede entrar en helicóptero en el Gran Cañón con relativa facilidad, pero nunca nadie más volvió a intentar introducir un avión dentro del Cañón, por temor a sucumbir ante sus fuertes vientos, por ello el comandante Tomas se ganó un sitio especial en la historia, como el único hombre que ha logrado aterrizar y despegar en avión del Cañón.