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Un pase en balsa por el Río Colorado es un reto para muchos cuando realizan una excursión de Las Vegas al Gran Cañón. Luchar contra los elementos naturales, ya sea frío, calor, deshidratación, así como una disputa interna, con nuestros cuerpos y con nuestras mentes. Vencer el cansancio, el temor, las dudas, la incertidumbre y salir airoso, eso es lo que para muchos es un viaje que vale la pena. Por ello, hay corredores que recorren la ruta conocida como RaRaR (De Risco a Risco a Risco), también se puede enfrentar un reto espectacular subiendo a una balsa.

Excursión de Las Vegas al Gran Cañón

Balsas

Desde hace 150 años que John Wesley Powell recorrió sobre una balsa inflable con otros 13 aventureros el Río Colorado encendió la imaginación de muchos otros que irían tras de él, reviviendo aquella experiencia. Se comienza en Las Vegas, muy temprano y se sube a una avioneta que los lleve a aquella zona árida y desolada.

Para llegar, se hace parada en Lee’s Ferry en donde se reúnen las personas que realizarán la expedición y compartirán sus vidas por los siguientes 6 días. Cada quién es responsable de sus alimentos, de sus chalecos salvavidas y de obedecer lo que el guía les ordene.

Los Guías

Los guías son una combinación de experiencia, capacidad, maestros y guías. Aunque es un viaje de placer, se enfrentan a verdaderos peligros que pueden costarles muy caro si no hacen caso de lo que se les indica. Casi todos los ríos miden la intensidad de sus rápidos con una escala del 1 al 5, en el Gran Cañón, la escala es del 1 al 10, por lo que se deben tomar las precauciones debidas.

Son más de 60 rápidos y tienen nombres bastante curiosos, los “Roaring 20’s”, Hermit, Sockdolager y los más difíciles, que presentan un verdadero reto técnico son Crystal y Lava Rapids. El poder refrescarse con agua que salpica en la cara con un calor de 105º es una ventaja, aunque esta venga acompañada de olas que furiosas se lanzan contra la embarcación.

Los Campamento

Los campamentos tienen estrictas reglas. El Servicio de Parques Nacionales obliga a que la naturaleza permanezca inalterada, por lo que incluso el baño y las necesidades fisiológicas deben de cuidarse para no contaminar el ambiente. Lo mejor de acampar son las noches estrelladas, se siente uno tan relajado en el silencio del campo, acompañado de cigarras y el sonido del fluir del río.

Es delicioso dormir después de un día agotador en los rápidos, el día siguiente despertarse a las 5:30 de la mañana para desayunar y continuar la aventura. Todo puede suceder en una excursión de Las Vegas al Gran Cañón y ese es precisamente el objetivo, no esperar nada, dejarse sorprender con lo que nos va presentando el día, mirando ya sea la magia de las rocas y acantilados con sus formaciones caprichosas, o los borregos cimarrón que suben los riscos verticales.